Daniel Bilos ganó popularidad no bien irrumpió en la primera de Banfield, en 2001, porque llamaba la atención que un futbolista de semejante talla (1,94 metro) exhibiera tan pulida técnica. Claro que le costó afirmarse en el equipo que conducía el uruguayo Garisto, pero tiempo después, años más tarde en Boca dirigido por Coco Basile ganó cinco títulos en cadena.
De la mano de los trofeos xeneizes le llegó la posibilidad de jugar el Mundial de Alemania 2006 en el seleccionado de sus antepasados, el croata; pero Bilos no aceptó y apostó a tener alguna chance en la Argentina (finalmente disputó tres amistosos). Fue transferido a Saint Etienne (Francia), también actuó en América (México) y volvió a nuestro país para jugar en San Lorenzo. Pero luego entró en una etapa de confusión y allí comenzó la pesadilla: una grave lesión en la rodilla izquierda lo alejó de los terrenos de juego, la larga rehabilitación lo mortificó, tanto, que en diciembre de 2009 anunció su retiro. Pensó que nunca más volvería, sin embargo la vida le dio otra chance: la rodilla izquierda respondió y vuelve a jugar, lo hará muy lejos de las grandes luces, en Douglas Haig, de Pergamino, su ciudad natal, en el torneo Argentino A.