Ella me mira con sus dos ojos enormes. Nos separa una ventana, por la que está asomada y desde donde me habla. Me pregunta cómo me llamo y si afuera llueve. Le contesto que si y ella comienza a contarme, desde sus no más de 3 años, que se había mojado unas horas antes. Le digo que por suerte ahora está parando y en eso se abre la puerta y Sergio Mercurio, su papá, me invita a pasar.
Dejo el paraguas afuera, para no enchastrar el piso y allí adentro, en esa casita banfileña, todo es calidez. La humedad y la garúa también quedan afuera.
A Mercurio muchos lo conocen como "El titiritero de Banfield". Un recorte injusto y caprichoso, si uno piensa no sólo que también es escritor, fotógrafo, actor y director, sino que, además, dos de sus tres obras de teatro de títeres las estrenó en Uruguay y en Bolivia y una tercera surge de su recorrida por todo Latinoamérica. El mote de titiritero queda chico, entonces. Y Banfield también.
Escribió un libro y grabó un cd de cuentos. Hay una conexión precisa entre cada una de estas aristas, me confirmará después. La comunicación, dice, es lo que une todas sus creaciones. Y el lenguaje o soporte que utiliza varía de acuerdo a lo que quiere comunicar.
Mercurio está a pocos días de estrenar su documental "El Garrafa. Una película de fulbo", nada más y nada menos que en el estadio del Club Atlético Banfield. Será el sábado 14 de abril, a las 19, con entrada libre y gratuita. Un film que no pasará por las pantallas comerciales de los Shoppings, pero tampoco por los cines de barrio. Más adelante, el 26 de mayo (día del nacimiento de José Luis Sánchez), TyC la proyectará en su señal.
"Lo primero que se nos ocurrió fue escribir un libro. Pero había que intentar otra cosa, había que intentar una película. Pero una película ¿cómo?", recuerda Mercurio, y explica: "cuando elegís un género, también vas tomando decisiones que te van llevando a dónde vas a llegar con la película. Esta siempre fue una película que no iba a ser pasada en los cines, y que iba a ser un dvd barato, también. Son todas decisiones que se fueron tomando en función de a quién queríamos llegar".
El estreno entró en tiempo de descuento y su creador todavía no cae. "A veces me parece que lo estoy soñando. El hecho de pensar que después se va a pasar por la televisión y que va a llegar entonces a muchísimas personas...", confiesa.
Urbano: Además, es como encontrar un nicho... el de la pasión de los argentinos.
Sergio Mercurio: Claro. Yo desconozco cuáles serán las vueltas de mi vida. Sé las cosas que yo me respeto y que hacen que yo tome decisiones. Tal vez yo no tenía que ser conocido en la Argentina como titiritero, porque tal vez tenía que ver con esto. A veces me pregunto si tal vez es por eso.
¿Crees que las cosas siempre se dan por algo?
Si, a veces pienso eso. No es un determinismo fanático de la historia ni del destino. Pero sí creo que un artista, alguien que quiere comunicar cosas, debe estar escuchando todo el tiempo. Creo que un artista tiene una escucha diferente. A ver: nosotros hicimos esta película con nuestro dinero. Y me llamó la atención cuando empezó a aparecer la constante de mucha gente que se preguntaba cómo a nadie se le había ocurrido hacer esta película. Llama la atención. Cuántas productoras de este país, tienen el dinero para haberlo hecho... es raro. Y que se hayan dado cosas, en algún sentido, que nos fueron favorables para hacer una película sin dinero. Hay cosas que han sido favorables, hay otras que han sido con un esfuerzo muy grande. Un esfuerzo del que ya, en estos días, yo estoy al límite de mis fuerzas, siento que no llego a más.
¿Fue una idea tuya hacer el documental?
La decisión fue mía. Pero tiene que ver con un impulso de uno de los chicos que hoy forma parte de la película, que en su momento me había dicho: "vos hacés películas en otros países y no hacés acá la película de Garrafa". Yo, en su momento, le dije: "vos no tenés idea de lo que es acá hacer un película de futbol". Lo pensé imposible. Pero me quedó. Y si no hubiera sido por las condiciones desfavorables que se dieron con una película que yo iba a filmar en Honduras, una serie de cosas patéticas que no salieron, sin no fuera porque yo me quedé con ese mes colgado... Y de repente me encontré acá, solo, y preguntándome qué hacer. Bueno, y empecé a intentar con la película de Garrafa. Y medio año después lo llamé a este chico que me había dado la idea. Él se sumó y ahora es el productor ejecutivo de la película.
¿Y de qué va el documental?
El documental tiene un subtítulo que es "Una película de fulbo". Y tiene que ver básicamente con que a mi me gusta el fútbol, pero yo no sé cosas de futbol, no soy un fanático, no conozco los jugadores que salieron campeones, de qué jugaban... yo estoy alejado de esas cuestiones. Voy a ver futbol y me gusta discutir y opinar, pero no sé. Entonces, me pregunté cómo voy a hacer una película de futbol cuando no sé nada de futbol (y más en este país, tan futbolero). Pensaba desde qué lugar me voy a poner a hacerla. Entonces, se me ocurrió que yo tenía que ponerme a pensar desde dónde me tocaba a mi Garrafa. Y eso me llevó bastante tiempo. Tenía que recibir mucha información, entender cómo había sido su historia en el fútbol. Y, en realidad, a mi lo que me toca es la persona, el muchacho que jugaba al futbol. Y él le decía "fulbo" al futbol. Y es algo que yo tengo registrado como una expresión super coloquial de ciertos sectores de la sociedad. Entonces, pensé que ahí sí yo podía tener coraje para entrar, un lugar indescifrable, que me daba cierta libertad.
A mi lo que me toca es la vida que él tuvo, sus relaciones, lo que él sentía por sus amigos. El amor que le generó la gente fue lo que más me llamó la atención, cómo la gente se enamoró de él. Y cómo él, además, tenía una relación con el éxito muy curiosa, en la que yo me sentí identificado. ¿Qué estaba persiguiendo Garrafa, realmente? ¿Estaba en una línea recta? Entonces yo me vinculé mucho a decisiones de su vida, a elecciones que él tuvo en su vida, me di cuenta de que había muchas cosas que me hermanaban con él, que ciertos momentos tomó el camino de su corazón, no pensó fríamente o económicamente ciertas cuestiones, las pensó en función de lo que él sintió que le iba a hacer bien. Obviamente, además de todo, era un apasionado, un tipo muy divertido, muy talentoso, todos lo recuerdan de esa manera.
Lo que quise contar es el inalterable vínculo con sus orígenes, o sea, pasó el tiempo y él seguía con el mismo vínculo con su La Ferrere, con las calles de tierra, con la villa, con los juegos, con la cosa más infantil. Y de una manera absolutamente natural, sin una postura. Le fluía. Y de eso trata la película. Hace énfasis exclusivamente en eso y está contada por él y por las personas que lo querían. Pero también por la pelota, porque la pelota es con quien él tuvo la relación más profunda. Porque él tuvo más relación con la pelota que con el futbol.
La película está totalmente afuera de estadísticas. Si bien está destinada a los que les gusta el fútbol, puede verla cualquiera. El espectador va a ver a una persona. Una persona muy especial, porque no se hizo millonario, algo que es muy importante en este país, no fue un exitoso. Son cosas muy curiosas. No ha tenido grandes logros, sin embargo ha encantado a la gente.
En ese sentido, además, me ha permitido a mí elaborar cosas, pensar cosas, afirmar cosas. Pensar qué quiero yo como artista: yo quisiera lograr lo que logró Garrafa, esa relación con el público, ese cariño que se tornó incondicional. Hay mucha gente que se tatuó a Garrafa. Es como demasiado. Me parece que si existiera una manera de mensurar, yo preferiría estar del lado de las personas como Garrafa, de las que llegaron a la gente sin haber hecho una carrera de éxitos. Eso es lo que me unió y es de lo que va la película.
¿Cómo te imaginás el día del estreno?
Tengo la expectativa de que no llueva (risas). Me gustaría ver la cancha llena. La expectativa mía es que la gente se vaya feliz y movilizada de la cancha, que repiense cosas... Creo que este lugar (Banfield) está vacío de algunos contenidos, porque, está bien, algunos sabemos que Cortázar vivió acá, pero la mayoría ni sabe quién fue Cortazar ni leyó un libro de Cortázar. Siento que Banfield es un lugar sin referencia. Acá no hay una fiesta folclórica popular, por ejemplo. Y, en realidad, me gustaría inaugurar eso. Eso me confortaría mucho, sin que esto termine importando de que fui yo el que lo hizo, pero sí por este lugar, porque me parece que le podría hacer bien como referencia cultural a toda la gente de Banfield un tipo como él, un anti héroe total. Si eso se tornara referencia estaría buenísimo ¿no? Porque si no, van a terminar siendo referencia los rentistas de Maipú (risas).
Antes y después de este estracto de preguntas y respuestas (o de esta charla, mejor) Mercurio habló con Urbano sobre sus viajes, sus títeres y su particular manera de ver el mundo, el país y Banfield. La entrevista completa podrá verse en la edición impresa de Bien Urbano, a fines de abril.