No lo dijo Julio César Falcioni en voz alta, pero sí lo pensó mientras trataba de atajar el llanto: "¿Puede ser que yo me tenga que perder todo esto?"… Todo eso era igual a su esposa Ada, a sus hijas Natalia y Laila y a su media decena de nietos pequeños, Santino, Valentino, Filippo, Sofía y Victorio. "Hacía muy poquito que había salido de una internación de tres días por una neumonía. Estábamos festejando la Pascua en familia. Me empecé a sentir mal, la temperatura se me fue a 40 grados y no aguanté más. Mientras mi mujer y mis yernos me agarraban para llevarme de vuelta al hospital, yo miraba a todos y por dentro me preguntaba eso. Tenía miedo de no volver a vivir algo así. Y estuve como otros quince días internado", precisa el Emperador. Es una foto de su lucha contra el cáncer de laringe que quedó registrada en la Pascua de 2018. "Fue aquí, en este mismo lugar, donde estamos charlando ahora", recuerda el técnico que sacó campeón a Banfield por única vez en su historia y que supo meterse en la memoria de Boca ganando un torneo local invicto y una Copa Argentina.
Aquí, en este mismo lugar donde sufrió aquel día de Pascua, en este salón de usos múltiples del edificio donde se encuentra el departamento que habita en pleno corazón de Villa del Parque, mano a mano con Infobae, hay espacio para una nueva foto. Y es muy diferente. Esta foto de hoy muestra a Falcioni sano, intacto, ganador y rompiendo un silencio de nueve meses: "Estoy bien, totalmente recuperado, esperando si aparece algo para trabajar. Veremos qué posibilidades se abren. Ya estoy listo para volver a dirigir". Sí, es una foto llena de vida.
-Vamos por partes, Julio. ¿Qué aprendiste después de todo lo que te tocó vivir con esta enfermedad tan cruel?
-Uno es muy cabeza dura en muchas cosas. Yo, en pleno tratamiento, cuando estaba con la radioterapia y la quimio, viajé a dirigir un par de partidos afuera del país. Fui a Uruguay a uno de Libertadores y a otro de Sudamericana. Estaba todos los días en los entrenamientos, normal. Y en ese momento los médicos no aconsejaban todo eso. Me decían que lo mejor era que descansara.
Ahí Falcioni estaciona en los detalles: "Cuando no hacía quimio, todos los días yo tenía radioterapia a las seis y media de la mañana. Después, salía de ahí y me iba al club. Un día que Banfield jugaba por Copa en Uruguay, no aguanté. Salí de la sesión de radioterapia, me tomé un avión a las once de la mañana, llegué para el partido y dirigí. Volvimos temprano al otro día y no llegué a las seis y media de la mañana para la radioterapia, pero arreglé la sesión para las tres de la tarde, jajajaja".
-Una locura.
-Sí, una locura de un cabeza dura. Pero es el amor por el trabajo, el cariño por lo que hago y las ganas de estar al lado de la gente que me acompaña en el día a día.
-¿Era todo locura o también lo hacías para no rendirte, para no entregarte?
-Había mucho de querer estar. Yo quería trabajar para no pensar en la enfermedad, ¿entendés? Cuando vos estás en tu casa mucho tiempo, la cabeza te da vueltas y pensás muchas cosas. Pero cuando tenés la cabeza ocupada, es diferente. Entonces, esa locura desde algún lugar también era buena. Los médicos opinaban que debía quedarme más quieto, pero yo sentía que eso me hacía bien.
Acostumbrado siempre a ir al frente, no esquiva Falcioni el paso a paso de su lucha contra el cáncer de laringe y en algún momento hasta intercala alguna broma en su relato: "Me lo detectaron casi de casualidad. Todo empezó hace casi dos años, en agosto o septiembre de 2017. Como muchas veces nos pasa a los técnicos, tuve una disfonía más larga de lo habitual. Fui a ver a un otorrinolaringólogo. Me dio unos antibióticos. No me hacían efecto y me mandó a hacer una tomografía. Fui al Hospital Italiano y ahí me encontraron dos nódulos. No parecía nada importante y programamos la operación para fin de año, así podía terminar tranquilo el campeonato. Era una cirugía simple, de una hora y media, no mucho más. La arreglamos para un martes o miércoles. El fin de semana me había armado todo para irme a Mar del Plata. Total no era nada. La internación era muy cortita: un día nada más". Pero… "El problema fue que encontraron cosas que en los estudios no aparecían. Entonces, la operación no duró una hora y media; ¡duró 13 horas! Y la internación no fue de 24 horas; ¡estuve 15 días en terapia intensiva! Me perdí las vacaciones jajajaja".
-Vos te reís, pero la muerte te pasó muy cerca.
-Sí, pero lo que pasa es que allá arriba no necesitaban ni arquero ni técnico y me mandaron de vuelta jajaja. Hablando en serio: estuve muy complicado.
-¿Llegaste a darte cuenta?
-Yo no. La que sufrió mucho pero mucho fue mi familia. Ahí estaban mi señora y mis hijas. Me acompañaron a una operación sencilla, pero resulta que entré a las 9 de la mañana y no salía nunca. Terminé saliendo a las 11 de la noche del quirófano. Ellas me cuentan que estaban desesperadas. Pasaban las horas y no tenían ninguna información. Yo no me di cuenta.
-¿Qué sentiste cuando te despertaste?
-Cuando me desperté estaba en terapia, con una traqueotomía y con todo el cuerpo inflado por el aire que me había ingresado. Me tocaba así (presiona el bíceps del brazo izquierdo con el dedo índice derecho) y era como tocar un globo. Me tranquilizaron diciéndome que con el correr de los días me iría desinflando. Y así fue. De la operación no me acuerdo nada. Me acuerdo de todo lo que pasé en terapia intensiva y fue bravo, muy bravo. Por eso les agradezco de por vida al doctor Busto y a todo su equipo, a Eduardo, a Francisco, a toda la gente del Hospital Italiano que me atendió de maravillas.
La pelea recién comenzaba: "Después, vino la etapa de los rayos y de la quimioterapia. Eso me debilitó mucho, me dejó sin defensas. Tuve una neumonía. Hubo un tiempo en el que no podían ir mis nietos a casa. Estaba muy débil. Me decían que cualquier virus que pudieran traer del jardín, me podía hacer muy mal".
Vaya si padeció Falcioni: "Todos los síntomas que te pueden provocar la radioterapia y la quimio los tuve. Fue muy duro tener que alimentarme por el estómago, porque también me hicieron una gastrostomía. Después de un tiempo empecé a beber y a comer por la boca, muy despacito, hasta alimentarme normalmente. Lo único que me dijeron que me podía pasar y no me pasó fue la caída del pelo. Por suerte, no se me cayó nada".
El calvario no concluyó ahí: "En uno de los controles, los estudios no salieron tan bien. El doctor me dijo que debía hacerme una biopsia, pero yo no quería hacer más nada. Llevé esos estudios a otros especialistas y todos me dijeron lo mismo. Yo tenía muchos dolores en la garganta. Pero me parece que eran más mentales que otra cosa…".
-¿Por qué?
-Porque un día me dolía tanto que aflojé, fui al doctor y le dije que me hiciera la biopsia. Me la hizo y, por suerte, todos nos sorprendimos. No tenía nada. Estaba todo bien. Lo que se veía en los estudios eran quemaduras por los rayos, que como te decía son muy agresivos. Y a partir de que me dijeron eso dejó de dolerme la cabeza.
-¿Lo más difícil justamente fue manejar la cabeza?
-Yo creo que sí. Antes de la biopsia fue uno de los momentos más complicados, porque a la operación había ido sin saber que tenía algo feo. Ahora, después de un tratamiento tan duro, yo me preguntaba: ¿de qué mierda sirvió tanta lucha y sufrimiento si ahora me vuelve la enfermedad? Fueron días muy difíciles. Si me tenían que operar de nuevo porque la enfermedad había vuelto, yo iba a quedar muy complicado para el día y para todo. Y la verdad, no quería operarme.
-¿Qué pensabas en esos días?
-La verdad, yo no quería otra operación. Basta. Había sido todo muy invasivo, privándome de todos los placeres de la vida, de comer, de tomarme un vino, una cerveza, de todo… No sé si hubiera tenido fuerza para operarme otra vez. Estaba muy cansado de pelear. La cabeza me explotaba. Calculá que habrá sido en agosto del año pasado cuando empecé con los dolores y recién decidí hacerme la biopsia en octubre. Fueron como dos meses de pensar y pensar. Fue el único momento de la enfermedad en que lloré. Lloraba solo.
-¿Qué sugerencia les das a quienes les toca vivir una situación igual?
-El mensaje es que no hay que entregarse, hay que pelear. Si te entregás, fuiste. Y no hay que negarse a lo que dice el médico. Yo lo hice en esos dos meses en los que no quería hacerme la biopsia. Si le hubiera hecho caso al médico, hubiese sufrido mucho menos, jajaja. Pero tenía mucho miedo de que me dijeran que había que hacer algo todavía más duro, más difícil…
-¿Es verdad que en ese par de meses de semejante incertidumbre también volviste a fumar?
-Sí, hasta ahí no fumaba. Pero cuando me dijeron que a lo mejor la cosa se podía volver a complicar, empecé a fumar de nuevo.
Jura Falcioni que ya no fuma tres paquetes por día: "Estaré fumando diez cigarrillos. Fumo muy poquito. Antes yo era un fumador muy agresivo". Todo su entorno y los médicos le piden que abandone ese vicio. "No sabés lo que me putean… Y tienen razón, eh. Lo voy a dejar, lo voy a dejar", le asegura el Emperador a Infobae. Eso sí, no puntualiza cuándo. Un detalle: en las casi dos horas de charla, sólo encendió uno…
Recuerda Falcioni con agradecimiento insuperable cada palabra de apoyo, cada gesto de cariño. Rescata el homenaje que le regalaron en la Legislatura Porteña, aquella nochecita del 15 de mayo del año pasado en que lo distinguieron como Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires en el ámbito del deporte: "Yo estaba sin nada de voz. Vinieron a acompañarme ese día desde mis compañeros del baby fútbol hasta todos los que he ido cruzándome a lo largo de mi carrera. Por supuesto, mis amigos y mi familia. Fue muy emocionante".
Rememora las prácticas, los partidos: "Yo tenía muy poca voz, casi nada. Hacía un esfuerzo muy grande en cada entrenamiento. Por eso usaba el megáfono para hacerme escuchar. ¿Te acordás que lo usé también en algunos partidos? También se me hacía muy difícil en las charlas. Pero, bueno… Todos los esfuerzos valen la pena porque uno los hace desde el corazón, desde el alma, por la familia, por el trabajo. Siempre valen la pena los esfuerzos, salgan bien o mal".
-¿Cómo fue el momento en que te dieron la noticia de que estabas curado?
-Me lo dijo el doctor Busto, en el hospital Italiano. Fue en noviembre del año pasado. Primero, me llamó para decirme que estaban los resultados, que lo fuera a ver. Algo yo imaginaba porque un conocido que trabaja ahí, Omar, hincha de Banfield fanático, me había dicho que la cosa venía bien, pero me aclaró: "Esperá a ver qué te dice el médico". Fuimos con mi señora y ahí me dijo: "Julio, no hay más enfermedad".
-¿Cómo reaccionaste?
-Hice pufffff, jajajaja.
-¿Y lloraste?
-No. Llorar, no. Me aflojé.
A partir de aquel día, cada dos meses el Emperador se sube a su camioneta y maneja hasta el consultorio del doctor Busto para realizarse una fibroscopía y verificar si todo está en orden: "Por suerte, viene bien. No aparecieron más rastros de la enfermedad".
Algunas semanas después de aquel anuncio médico que le disparó el alivio máximo, Falcioni les avisó a sus futbolistas de Banfield que no seguía en el club: "Fue muy fuerte. Vi a muchos lagrimeando. Noté que lo sintieron. Jugadores grandes como Cvitanich, que crecieron con nosotros. Y también jovencitos como Arboleda, Gómez, Bravo, Alvarez, Carranza, Fontana, todos jugadores que hicimos debutar y cuidamos mucho. Es que a los pibes siempre les digo que soy como su papá, que todo lo que les digo es para bien y que por eso me tienen que dar bola… Son cosas que te dejan marcado. Después, por supuesto, ellos tienen que seguir jugando. Hay que dar vuelta la página".
La última vez como entrenador de Falcioni fue el 1 de diciembre de 2018, cuando su Banfield cayó 0-1 con Argentinos. "Yo sabía que iba a estar mucho tiempo sin dirigir. Al no renovar, decidí frenar. Tuve un par de ofertas de afuera y alguna también de acá antes de que arranque este torneo, pero las rechacé porque quería recuperarme totalmente. Si bien a mí me dijeron que no tenía más la enfermedad en noviembre del año pasado, yo llevaba tres años seguidos trabajando, sin vacaciones y con una lucha durísima en el medio. Necesitaba parar. En todo este tiempo estuve en familia, me fui con mis nietos a la costa, vi mucho fútbol. Aproveché para descansar, para recuperarme, para hacer fonoaudiología… Hoy puedo decir que estoy totalmente recuperado y con muchas ganas de trabajar", explica y sentencia a la vez un Emperador que tiene todo planificado para el regreso, con Omar Píccoli y Sebastián Battaglia como ayudantes de campo, con Gustavo Otero como preparador físico.
-Julio, ¿cómo imaginás el día de la vuelta a dirigir?
-No soy de imaginar esas cosas.
-¿Con qué fútbol te vas a encontrar?
-Yo miro mucho el fútbol argentino y todos los partidos de Copa. Cada fútbol es diferente, tiene su particularidad, por la idiosincrasia de la gente, por la formación de sus jugadores.
-¿En qué cambió el fútbol argentino en los últimos ocho meses?
-Cambiaron muchos técnicos. Casi todos los planteles se renovaron.
-¿Qué observás en lo táctico?
-Cada esquema pasa por la libertad que se le da al jugador. En un 4-3-3 si los extremos bajan y no son picantes, pasa a ser un 4-5-1. El 4-2-3-1 pasa a ser un 4-4-1-1 si los extremos bajan demasiado o 4-3-3 si van muy arriba. Noto que algunos equipos meten mucha presión alta y eso provoca errores en la salida de los rivales que cuestan partidos.
-¿Qué mirada tenés del Boca de Alfaro?
-Tiene muy buenos jugadores y un técnico muy capaz, con experiencia. Llegó al club en un momento importante de su carrera. Alfaro es entrenador para Boca. Lo entendí el otro día cuando sacó pecho después de ganar en Quito. Cuando los técnicos tomamos una decisión, hay un análisis atrás, un estudio de la situación. Pero todos opinan… Seguro yo habré tenido descargas de ese tipo.
-El caso de Alfaro es algo parecido al tuyo. Después de un largo recorrido, los dos llegaron a Boca. Y a vos al principio te cuestionaban como a él ahora.
-Sí, es algo parecido. Tenés razón.
-¿Cómo observás los Superclásicos que parece que se vienen, el de la Superliga y los dos de la Libertadores que ya parecen un hecho por los resultados de la ida de cuartos?
-Va a ser bravo para las dos. River está muy bien. Hoy es el equipo que viene demostrando el mejor fútbol. Es el más categórico, el más convencido. Pero después, en los cruces con Boca, no hay favorito. Boca ganó los mano a mano en la Libertadores con categoría, ojo. Por eso es 50 y 50.
-¿Te sorprendió a vos también que De Rossi haya elegido jugar en nuestro fútbol?
-Es muy bueno sobre todo porque fue una decisión desde la pasión. Se nota que le sobra categoría. Parece que se adaptó rápido.
También Falcioni profundiza sobre la AFA, la Selección Nacional y Messi. A Claudio Tapia le agradece: "Se portó muy bien conmigo. Estuvo cerca en todo momento llamándome y ofreciéndome lo que necesitara".
A Lionel Scaloni, el Emperador lo respalda: "Deseo que le vaya muy bien por él y por el fútbol argentino". Sin embargo, analiza: "Sin desmerecer a Scaloni, también digo que la Selección tiene mucho prestigio y hay técnicos que han ganado muchísimas cosas, que cuentan con gran experiencia y que merecerían estar en ese lugar. A Gareca le renovaron en Perú, a Berizzo lo llamaron de Paraguay, en Colombia estuvo Pekerman hasta hace muy poquito, Pizzi dirigió a Chile… Y nosotros ponemos a alguien sin experiencia. Yo digo que todo tiene su etapa y necesita su preparación. A un jugador de la séptima no lo ponés en Primera de una, salvo excepciones, salvo un Messi, un Agüero. Es como sacar a un chico de la primaria y meterlo en la universidad. Lo mismo es para los técnicos. La experiencia en el momento de tomar decisiones es clave. Te hace ver todo más claro, aunque tampoco te asegura que tenés la verdad".
A Messi le desea JCF que gane un Mundial: "Tiene una carga muy pesada sobre su espalda. Siempre en la Selección se comportó muy bien como profesional y como compañero. Ojalá que en el cierre de su carrera pueda ganar algo con Argentina. Lo merece".
Sorprende Falcioni en el instante en que se le pide retroceder al Mundial de Rusia. Ahí dice de Sampaoli: "Lo enfrenté con Boca en la Libertadores. Lo eliminamos en semifinales. El dirigía a la U de Chile, que jugaba bárbaro. Pero no lo conozco. Después, yo estuve dirigiendo a la Católica y él ya era técnico de la selección de Chile. No pude ir a ver sus entrenamientos porque no me autorizaron. Pedí permiso y no me contestaron, jajaja. Pero ya está… En el Mundial, me extrañó el procedimiento, la forma, lo que vimos, lo que escuchamos. No es normal para un técnico… Siempre hay jerarquías. Y ahí algo no estaba en orden".
-Julio, ¿qué mirada tenés sobre la actualidad de Banfield?
-No puedo opinar. De afuera no puedo hablar.
-¿Y de Crespo en sí tampoco podés decir nada?
-Tampoco puedo opinar. Hay que estar adentro, ver el desenvolvimiento en las prácticas, los detalles, el día a día. Desde afuera, todos somos campeones y somos los mejores… Con Crespo hablé 10 minutos por teléfono. Me llamó. Yo estaba de vacaciones en la costa. Quedamos en hablar cuando volviera. Pero al final me quedé mucho tiempo más de lo que pensaba. Cuando regresé ya había empezado el campeonato y me pareció inoportuno llamarlo.
-No querés hablar de Banfield, pero sabés que se te va asociar enseguida con el club ahora que estás para volver a trabajar.
-No lo sé, no lo sé.
-¿Te gustaría volver a Banfield?
-Ya volví tres veces al club, pero no puedo decir nada porque está en un momento delicado y no quiero generar ninguna complicación. Es un club al que le tengo mucho cariño. La gente me acompañó siempre, me dio un cariño inmenso. Yo le guardo un gran respeto a los hinchas, a la institución y en especial a quienes hoy están trabajando en Banfield. Simplemente digo que estoy bien para trabajar.
-¿Qué condiciones se tienen que dar para que le digas "sí" al equipo que te venga a buscar?
-Yo quiero sentir el placer de volver a dirigir. Estoy con ganas. Pero el que me viene a buscar tiene que estar convencido de que soy el técnico indicado. No que soy segunda o tercera opción. Siempre pensé así.
-¿Te preocupa que algún dirigente no te busque porque duda sobre tu estado de salud?
-Mirá, si yo no estuviera bien, con fuerza, ni me presentaría. No estaríamos charlando ahora. Estoy entero.