Banfield llegó a Cuenca con la idea de jugar. Sin histerias por la altura, sino a hacer su partido. No como muchas veces se lo vio a Estudiantes o a River en la Libertadores, o como en las épocas del Boca copero que se hablaba de la altura en todas sus declaraciones. Sereno, presionando, asfixiando y manejando siempre los momentos del partido, Banfield no tuvo inconvenientes para jugar a 2800 metros sobre el nivel del mar. El partido se hizo más sencillo cuando se abrió el marcador con el golazo de Erviti, para aplaudir, zurdazo al ángulo desde fuera del área.