El juego del taladro repercute en los medios, no sólo por que Banfield gana y es uno de los punteros del torneo, sino por su esquema ofensivo, bien planeado y cada vez más sólido que muchos ya comienzan a admirar, aqui una nota del Diario La Nación, en donde se resaltan todas las virtudes del equipo de Almeyda:
La Nación, Por Christian Leblebidjian
En medio de un fútbol chato, casi sin ideas, escasas situaciones y pocos goles, hay algunas intenciones que despiertan ilusión. Sobre todo en la B Nacional, donde es muy meritorio lo de Defensa y Justicia con Diego Cocca y lo que pretende Facundo Sava en Unión. Matías Almeyda armó un Banfield a su medida, con futbolistas con características ofensivas. Cada uno lo puede ver a su manera (y todas las miradas son válidas), pero no es común ver un 2-4-1-3 y una búsqueda permanente sobre el arco rival, aunque eso genere riesgos en el propio. Para algunos puede ser un 3-3-1-3; un 4-2-1-3, pero si congeláramos varias imágenes del parado del equipo en un mismo partido, la mayoría lo tendría ubicado en un 2-4-1-3 (como nuestra la captura de TV), con los dos laterales sumados como volantes y asumiendo defender mano a mano en el fondo, aunque Nico Domingo oficia de líbero por delante de Bianchi Arce y Noguera. En la canchita, sería con Bologna; Bianchi Arce y Noguera; Toledo o Bettini; Yeri, Domingo y Tagliafico; Cazares; Noir, Salcedo y Chávez.
El equipo se armó de adelante para atrás. A los 15 segundos del comienzo (y eso que había sacado Instituto), Banfield presionó, robó y puso a 5 futbolistas en ¾ de campo rival. Cuenta con tres delanteros picantes (Noir y Chávez por afuera, más Salcedo por adentro, que baja a pivotear y hace de nexo también), pero que, a la vez, son los primeros defensores. Así como sucedía con los extremos de Marcelo Bielsa, es común ver (sobre todo a Noir) bajando a relevar a un lateral y recuperando en posiciones cercanas a Bologna.
Los laterales tocan y pasan. El equipo presiona alto y no se da por vencido ante un mal pase; enseguida intenta recuperar ante la pérdida. Así llegó el primer gol de Chávez en Córdoba: por las presiones escalonadas, Instituto (parado en campo rival), empezó a jugar el balón hacia atrás, hasta que Salcedo fue encima de De La Fuente cerca del círculo central (le hicieron el 2/1 con Cazares), contraataque de Chávez (por momentos se hace imposible de tomar) y golazo de zurda. El equipo abre las alas por las bandas, pero todos son importantes. Cazares suele tomar malas decisiones, pero en una que acierta es capaz de dejar mano a mano a un compañero. Domingo ya es un jugador distinto desde la postura: cabeza levantada, pase firme, relevos. Les da seguridad a los centrales y hace diferencia con los rebotes ofensivos. Tiene voz de mando. Lo que se necesita de un volante centro. Yeri es la rueda de auxilio de Domingo, se desdobla para defender y para atacar, como en el golazo que le marcó a Defensa. Almeyda tiene recambio con Bertolo, Terzaghi y Requena.
Atrás corre riesgos, pero los asume. No es común ver un equipo defender mano a mano, pero -con un gran desgaste físico de todos- Banfield logra reagruparse rápido si perdió el balón y también falló ese primer intento de recuperar alto. No se conforma con el empate, aunque si tiene que defender, lo hace. En el ida y vuelta, pudo perder en Córdoba, pero terminó ganándole ante Instituto en tiempo de descuento.
Se adapta y los adversarios también juegan. Contra Independiente, jugó 3-1-3-3 y con Toledo cerrado para tomar a Montenegro. Defensa le hizo un excelente primer tiempo y mereció irse ganador en esa etapa. Después fue 3-0 del Taladro, pero no fue lo que reflejó el partido.
Más allá de los dibujos y los sistemas, lo bueno de Banfield está en la intención. El camino es largo y tiene cosas para corregir, pero la conformidad de Almeyda debe estar en que, más allá de los triunfos, el equipo juega como él quiere. Sólo con eso, ya le saca ventaja a varios.